El teatro es una de las artes escénicas
por excelencia y requiere de ciertas exigencias por parte de aquellas personas
que lo practican. El que cultiva el teatro
debe reunir tanto cualidades vocales como también un buen manejo de su
cuerpo. La voz, como instrumento musical
natural del ser humano, es el principal medio de comunicación con nuestros semejantes. Ella tiene algunas características, tales
como: timbre, el cual debe ser suave, fresco, elegante y no estridente; tesitura,
que permita el manejo tanto de los sonidos agudos como de los graves;
proyección, que le permite a la persona ser oída sin problemas desde el primero
hasta el último sujeto de la audiencia y resistencia, la cual garantizará
mantener las cualidades anteriores durante el tiempo que dure su trabajo
teatral, sin ningún tipo de desgaste o pérdida.
Ahora bien, en el ámbito pedagógico, tanto docentes como estudiantes
deben tratar de consolidar ejercicios de vocalización, calentamiento, dicción y
pronunciación a fin de adquirir paulatinamente las condiciones deseables
mencionadas anteriormente. Ello con el
propósito de sacar el mayor provecho a la voz, mejorando la calidad del desempeño artístico y pedagógico, tanto dentro como fuera del aula.
Pero no sólo la voz hace al expositor idóneo, sino que también debe
reunir otras cualidades en lo que respecta a la proyección de su imagen
corporal.
Como todos sabemos, la persona
cuando habla también realiza comunicación gestual, a través del movimiento de
sus manos, brazos, torso, piernas, pies y por supuesto su cabeza y rostro. Es muy importante también conocer algunos
aspectos indeseables que se deben evitar, tales como: movimientos bruscos de manos
y pies, movimientos reiterados, caminar demasiado, manipular objetos
nerviosamente mientras se habla, tocarse determinadas partes del cuerpo
(cabello, nuca, manos, cintura), hacer demasiadas muecas y/o exagerarlas, entre
otras.
El teatro es muy útil porque nos
permite conocer estos detalles, descubrirlos en nuestro propio cuerpo,
potenciar nuestros aspectos positivos de voz y expresión corporal y a su vez
minimizar nuestros hábitos indeseables (muletillas, carraspeos, nerviosismo), que son en la mayoría de
los casos, los elementos que causan distracciones en la audiencia. Además de ello, la ejercitación teatral
permite desarrollar facetas e imitaciones, mejorar nuestra memoria a través de
los guiones y libretos, explotar nuestra creatividad e ingenio, y lo mejor de
todo: disfrutar y vivir la fantasía de encarnar un papel, lo cual es algo que
no podemos vivir muy a diario. De aquí
que la técnica teatral nos da la oportunidad de crecer y mejorar, física,
intelectual y hasta lúdicamente, interactuando con otras personas que también
valoran y disfrutan este maravilloso arte que en la actualidad debe procurarse difundir y exaltar.
Jorge Mora Tovitto.
Docente de Música.